La verdadera ambición no es lo que pensábamos que era. La verdadera ambición es el deseo profundo de vivir de forma útil y andar humildemente bajo la gracia de Dios.
Bill W.
Mi valor como ser humano- y, sí, mi felicidad- no se mide con dinero ni posición ni con lo que poseo. Viene de mi utilidad hacia mi mismo y hacia otros,
y se encuentra en algo que ninguna cantidad de dinero o prestigio pueden comparar: el programa de recuperación de OA. ¿Qué pone precio a una nueva forma de pensar? Hoy soy capaz de aprender, tengo libertad para crecer, para cambiar, para solucionar problemas y sentirme bien. ¿Dónde se vende todo esto? Un buen día es aquél en que puedo utilizar mis dones para ayudar a otra persona, y eso no se puede comprar. Las adquisiciones mundanas pueden darme la ilusión de sentirme bien, pero eso es todo lo que dan – apariencia – y hoy distingo la diferencia.
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